miércoles, 30 de mayo de 2012

Defraudados

Pienso y tiemblo. Los EREs empiezan a tocarme muy de cerca. Esta noche quizá me cueste más de lo habitual conciliar el sueño. A mí, que soy una más en la nómina de la que dicen es la empresa más grande de España, el paro... Pero está resultando que ver las fauces del lobo acechando a las personas que quiero hacen que mire más allá de mi nariz. Es entonces cuando reparo en que a mi alrededor hay un sinnúmero de víctimas del sistema que no entran en las cifras de parados, que muchos creemos afortunados por tener un empleo, pero que en su día a día son ninguneados bajo el yugo de coacciones, chantaje y amenazas encubiertas.

Con la crisis como escudo no pocas empresas hostigan a sus trabajadores, les exigen por encima de sus obligaciones estrujándoles al límite hasta mermar su aguante. Ya no hay contratos basura, sino empresas-vertedero, en las que más de la mitad no cotiza las horas que trabaja, no desempeña la labor que reza en su categoría, ni mucho menos cobra lo estipulado. El fraude ha pasado de castaño oscuro a negro azabache.
Otras sociedades, grandes y pequeñas, a la vez que reducen sus plantillas, fuerzan a los empleados que les quedan a trabajar horas extras para solventar una mayor productividad a todas luces incierta. Y para más inri, ciertas compañías atrasan los pagos de los salarios sin justificación alguna dejando con el culo al aire a su personal, que ha pasado de ser capital humano a inhumano por la continua sarta de abusos a la que es sometido. Y cómo obviar a los empleados que aún sirviendo varios años seguidos a la misma empresa son despedidos y vueltos a contratar sin esperanzas de rubricar alguna vez un contrato indefinido que por ley les correspondería.

Ésto sí que es defraudar. Y no sacar un puñado de euros haciendo cuatro trabajillos para salir adelante o dejar de pagar un par de recibos del IBI porque tienes lo justo para que los cargantes esbirros de Cetelem incumplan su promesa de meterte en el RAI.


viernes, 25 de mayo de 2012

Realidad hipotecada

Mientras mis oídos esquivan el soniquete pegadizo del himno culé, mis neuronas tratan de moldear los pensamientos que hacen cola desde hace mucho para poder salir. Hoy es la puesta de largo, así que me pongo cómoda delante de la pantalla. La noche acompaña. Está fresca y clara, ideal para atemperar el alma después de un día largo. Más que largo, difícil, porque volvemos a acostarnos sin trabajo y ya suman demasiados. Pero a la vez un día provechoso, pues las tertulias de sobremesa suelen dar mucho de sí.

Los males del bolsillo han dado paso a la esclavitud de la hipoteca, de cómo sus ataduras limitan cualquier plan de futuro. Maldita idiosincrasia española y ese afán loco por tener en propiedad una vivienda que a tantos jóvenes nos tiene insomnes. Cuánto nos queda que aprender de otras culturas... Los hipotecados suspiramos por una vida sin lastres, miramos atrás con nostalgia, soñamos con corregir nuestros pasos andados y nos ahogamos en la idea de cómo sería nuestro mundo ahora si hubiésemos escogido el camino del alquiler. Los hipotecados no vivimos, sobrevivimos. Ya no sólo nos castiga el tipo de interés variable ni el incesante paro, somos nosotros mismos quienes nos acosamos por cumplir con el banco. Y todo para qué. Para que todo nuestro esfuerzo traducido en euros vaya a parar a las manos de unos cuantos chupasangres mentirosos e ineptos.

Ahí está la otrora modélica Bankia, ahora apeada de la bolsa, temerosa de hundirse si el gobierno no actúa con premura. Aquí estamos nosotros. Deseosos de que reviente de una vez para que vean que alimentarse de las miserias de otros tiene su castigo. La debacle tampoco solventaría nuestros problemas, claro, pero posiblemente otro gallo cantaría para las generaciones venideras.

jueves, 24 de mayo de 2012

El preestreno

Llegó el día. A decir verdad, lo que llegó fue la noche. Pasan veinte minutos de la hora bruja y los dedos acarician el teclado tratando de hacer el menor ruido posible para no despertar a mi bebé. Es mi estreno como bloggera. Cuántos nervios. En este momento asumo el papel de entrevistada: no sé qué decir... ¿Por dónde empiezo?
Pensándolo bien, esperaré a mañana para estrenar la función. A estas horas ya tendré abierta la caja de Pandora para que puedan salir de ella mucho más que inquietudes y desazones... También risas, logros, consejos. Todo estará listo para el debut. ¿Alguien quiere un asiento?